Pásate la hora del café, justo al caer la tarde y tus galletas en el plato rosa te harán saber lo que distrajo el reloj la última vez.
Si te quedas a ver la luna, te presto las estrellas del baúl de la esquina. Las que siempre quisiste ver…
-Hoy puedo lo que ayer negaste, y apreciando lo por ti preciado; ya no quiero ver.
-Cambié el pedal y lo notaste. Me avergüenzo de mi desnudez.
-Hay cosas que no podemos evitar. Tu vergüenza es inútil, tu desnudez tardía...
Lo quizás evitable lo dejaste perder. Y entre todo me perdi yo tambien.
lunes, noviembre 22, 2004
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