
Era una hermosa plantita de albahaca, la que logró sobrevivir del grupo y se destinaba a crecer, aportar su sabor único a mis salsas para pasta y pizza.
Estaba desarrollandose felizmente en el agua hasta que mi adorada madre decidió sembrarla en una maceta.
Le dedico el Requiem de Mozart.
No hay comentarios:
Publicar un comentario