Comienza a oler, los cadáveres se pierden.
Voces se ahogan silentes en los charcos de sangre.
Nadie grita, ya no hay caso. Lo que se termina no tiene solución.
Todos siguen sin mirar, sin sentir, sin llorar...
Hay flores marchitas, flores en los pies, que se secaron entre gusanos.
Nadie grita, no hay sentido. Lo que se pierde no se sufre si no ves.
El ritual de media noche casi termina. Cuerpos caen en sus fosas de dos en dos, enterrándose por gravedad en la tierra mojada, que ya esperaba vestida de luto.
No habrá gritos, no. Las gargantas fueron destrozadas de antemano para que no se perturbe la masa que padece en mugre.
No se sentirá, no, no, nada. Las almas incineradas no acostumbran a sentir.
Sin palabras, sin lágrimas, sin ruido, se mutilaron los sentidos.
jueves, octubre 06, 2005
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